Érase una vez la historia de unos vinos y un pueblo que eran únicos en el mundo. Ya, ya sé que todos los pueblos se creen únicos, pero este de verdad lo era.
Allá por 2016 quise yo conocer aquellos lares de los que llegaban gente del vino avezadas de todo el mundo. Una tarde de septiembre armé mi montura y puse rumbo presto a Jerez de la Frontera (¿será porque no hay más allá?).
Se hizo de noche a mi llegada, pero aquel pueblo tenía algo de especial que noté mientras llegaba a mi posada. Una vez instalado me dispuse a dar un paseo ya que el calor había apaciguado un poco. Me sorprendió ver que en todas las tabernas se pregonaba el vino fino, y me dije: ya el nombre me gusta.
También había carteles que indicaban bodegas y luces de neón que me recordaban al Tío Pepe que vive en la Puerta del Sol de Madrid! Con buenas sensaciones empezaba…
Al día siguiente había que madrugar, acudía yo a una reunión de gentes de muy diversas procedencias, llamada SherryMaster. Sonar, sonaba bien y esa mañana empezaba en las viñas. Allí nos llevaron a un grupo no muy numeroso (con 40º a la sombra). En poco tiempo estábamos recibiendo explicaciones en una viña llamada La Canariera dónde nos contaron los secretos de la Palomino, la Pedro Ximénez y la Moscatel, su cultivo, suelos y poda. Al poco rato teníamos los zapatos llenos de albariza, que es como se llama la tierra blanca de allí.
También nos deleitaron con un suculento desayuno regado con cafés varios, viandas y vinos de la zona. El sabio Juanma Terceño (sumiller en González Byass) manifestó sus bondades y nos dio sabios consejos como el de que «hay que desayunar un oloroso para poder tomar el resto del día cuantos finos el cuerpo nos demande». Eso hicimos compañero… A fe que fue un buen consejo.
Luego de vuelta a Jerez vimos archivos históricos llenos de libros antiguos que cuentan orígenes de aquellos vinos allá por el siglo XVIII, incluso antes.
Después vinieron ponencias como la de Guillermo Cruz y el sabio Antonio Flores que nos subieron a los cielos con platos de Mugaritz maridados con finos, amontillados, palos cortados, olorosos y P.X. con la decadencia y la reflexión como conceptos y Verdi como telón de fondo. Del suelo al cielo, del País Vasco a Jerez, de la tierra al infinito, con muchos platos, cinco vinos y varios enigmas por resolver.
Faltaban por llegar catas históricas como «Los caminos de Jerez», pisadas de uvas, ágapes varios, trasiegos y muchas criaderas y soleras que ver y catar en antiguas bodegas de suelos de albero.
Los tipos de vino forman un catálogo incomparable: los finos con crianza biológica; amontillados con dos crianzas (biológica y oxidativa); palos cortados (con aroma de amontillado y boca de oloroso); Cream (mezcla de oloros y pedro ximenez); Pedro Ximénez (fresco, dulce y sensual); y los VORS (Very Old Rare Sherry) vinos con más de 30 años. ¿Se puede pedir más?
Entendimos qué es la muerte si el maestro Antonio Flores te la descubre como «la desaparición del velo en flor en la crianza biológica de algunos vinos» y tocamos el cielo con las manos (con una copa de Matusalem en la mano quería decir).
Faltaban aventuras por vivir como la Travesía del Guadalete, cuando montados en barcas ascendimos el río desde El Puerto de Santa María, rememorando el recorrido que hacían las primeras botas de Jerez que se embarcaban rumbo a Inglaterra principalmente. Momentos únicos al detener las embarcaciones para brindar en medio del río con Tres Cortados, un vino de 1860 que era pura historia líquida ¡Un vino con 156 años!
Nos contaron que Verdi y Drake, de profesiones tan dispares como compositor italiano de ópera el primero y pirata inglés el segundo, compraban… o robaban botas de Jerez para su deleite personal.
Nos contaron que lo efímero del placer es una forma de lujo. Nos contaron que el Tío Pepe existió, que pasaba los domingos de misa (a estar con Dios) a su bodega particular (a estar como Dios). Nos contaron muchos secretos de crianzas y maridajes mágicos que parecían imposibles, nos contaron tantas historias y secretos…
Catamos tantos vinos que aprendimos que los vinos de Jerez no son perfectos, no hace falta que lo sean, porque la imperfección es única. Probamos tantos vinos que nos dimos cuenta que estos son los únicos vinos del mundo que son únicos.
Al día siguiente al despertar pensé que estos días en Jerez habían sido un sueño, y así lo sigo pensando.
¿Quién ha puesto ahí ese trofeo que pone SherryMaster? No sé, probamos tantos vinos, bebimos tanto…
Luis Miguel Fernández
Director de Camino del Norte, Compañia de Vinos
Finalista de la Nariz de Oro
Miembro de la Unión Española de Catadores
SherryMaster
«SherryMaster by Tío Pepe«, organizado por Bodegas González Byass, está dirigido a los sumilleres, formadores y comunicadores del vino. En él se imparte una formación teórico-práctica completa sobre la historia, cultivo, variedades, tipología y métodos de elaboración y crianza de los vinos del marco de Jerez.